Carta Abierta 29-O
Valencia, octubre de 2025
Querida Valencia,
Hace un año el agua paró el tiempo y nos rompió el corazón.
Aquel maldito barro arrancó vidas y truncó sueños.
Nos inundó una mezcla de incredulidad y rabia que todavía hoy cuesta digerir.
Vimos calles convertidas en ríos.
Vimos, impotentes, cómo en pocas horas desaparecían casas y negocios levantados con años de esfuerzo.
Pero también vimos algo que no olvidaremos: un pueblo entero arremangado.
Nunca había visto al pueblo valenciano mirarse de frente con tanta dignidad y solidaridad.
GRACIAS a los vecinos que abrieron sus puertas y a quienes, a pesar de perderlo todo, siguieron ayudando.
GRACIAS a bomberos, soldados, sanitarios, protección civil, policías y a esos miles de voluntarios que llegaron de todas partes y tendieron un puente entre la esperanza y el caos.
GRACIAS a empresas grandes y pequeñas, a autónomos y a todo aquel que llevó comida, escobas, palas… y, sobre todo, ánimo cuando más falta hacía.
GRACIAS a Delisano, al equipo Patata, a los voluntarios y a mi equipo, que se volcó desde el minuto cero para hacer posible cada uno de los miles de platos que tuvimos el privilegio de preparar.
GRACIAS a Begoña y a Quique por creer que el movimiento Desde Valencia para Valencia era posible y necesario, por pensar que era nuestra responsabilidad movilizar a nuestro sector y, sobre todo, por hacerlo.
GRACIAS al equipo de AVE y a su directiva por impulsar nuestra iniciativa y hacerla suya, sin condiciones ni preguntas.
GRACIAS a los cocineros de todo el mundo que se unieron sin pensarlo, sin saber nada, porque nada sabíamos.
GRACIAS a todos los coordinadores provinciales que organizaron a los cocineros y a las cenas, por lidiar con las circunstancias y pelear por el proyecto como algo propio.
GRACIAS a todas las empresas que donaron de forma altruista sus servicios y productos sin esperar nada a cambio: consultores, programadores, voluntarios, distribuidores…
GRACIAS a quienes reservaron mesa, a los que aportaron lo que pudieron: un euro, una receta, un mensaje de ánimo.
GRACIAS a las personas que se subieron al barco sin preguntar, a los productores que donaron género, a la gente anónima que envió un ‘Bizum’ con un “no puedo más, pero ahí va”, y a quienes, con una llamada discreta, empujaron para que esto arrancara fuerte.
GRACIAS a Mamás en Acción por ofrecerse a canalizar de manera transparente los casi seis millones de euros que ayudaron a más de seiscientas pequeñas empresas a seguir adelante.
Todavía emociona saber que todo eso empezó con la voluntad de ayudar a los demás.
No se trataba de heroísmo, sino de responsabilidad.
No olvidaré estos gestos en la vida.
Hoy esta carta abierta no busca medallas, ni fotos.
Busca memoria, compromiso y responsabilidad.
MEMORIA para no olvidar a quienes perdieron la vida y a quienes todavía hoy no han podido recuperar una vida digna.
COMPROMISO para seguir donde hace falta: comprando en los barrios afectados, reservando mesa en ese bar que resistió, eligiendo proveedores locales, cuidando la huerta que nos cuida.
RESPONSABILIDAD para seguir hablando de lo ocurrido desde el respeto y no desde el odio; desde la exigencia y no desde el olvido; desde la unión social y no desde los partidismos.
La solidaridad, la unión y la dignidad no tienen fecha de caducidad.
A veces me preguntan qué me dejó la DANA.
Me dejó claro que la fuerza de un pueblo no está en sus edificios ni en sus gobernantes, sino en sus vínculos y en su gente.
Me enseñó que cocinar también es reconstruir y que un plato puede ser un abrazo cuando todo se ha roto.
Que trabajar al servicio de los demás no es una obligación, sino un privilegio.
Seguimos.
No porque quede bonito decirlo, sino porque aún queda camino por recorrer.
Porque esto va de personas, y no de titulares.
GRACIAS, Valencia, por recordarnos quiénes somos cuando más nos necesitamos.
Con afecto,
Ricard Camarena.